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Mi Vida Internacional


Camino a Machu Picchu

Durante los años que estudié relaciones internacionales, era una entusiasta de las investigaciones sobre la paz; de manera específica, la cultura de paz. Para entender algo aparentemente sencillo, fueron necesarios unos cuantos años de estudio de la historia, de las guerras, de ¨la guerra¨, filosofía, sociología, hasta un poco de religión. ¡La paz es muy compleja! ¿Ya pensaste en eso en alguna oportunidad? Para ti, por ejemplo, ¿qué es la paz? ¿Cuándo te sientes en paz? ¿Cuándo te vas de viaje? ¿Cuándo juegas con tus hijos? Cuándo vas al cine? ¿Y qué piensas de un país en paz? ¿Estamos viviendo una época de paz?


En primer lugar, solemos pensar – y nos enseñan en el colegio – que la paz es la ausencia de la guerra. En nuestras vidas personales, pienso que sea sentido común creer que tener paz sea estar tranquilo, sin problemas, sin conflictos. Pero, pongámonos a pensar: hasta el Papa tiene muchísimos problemas, ¡quién dirá tú y yo! Ello quiere decir que el ser humano jamás conseguirá vivir en paz? – ¿te das cuenta de la necesidad de filosofía y religión para pensar la paz?


Cuando terminé mi tesis de maestría, la única certeza que tenía era la de que Sócrates, el filósofo griego, luego de más de dos mil años, sigue teniendo razón: ¡¨sólo sé que no sé nada¨! Sentí que necesitaba de un tiempo de ¨vida real¨, de experiencia fuera de la universidad para saber si todo lo que yo había estudiado podría tener alguna utilidad en la vida diaria o si era sólo teoría.


Durante esa etapa de transición, que no fue nada pacífica, conocí a una persona muy especial y en relativamente poco tiempo, nos casamos. El hecho de haber estudiado relaciones internacionales me permitía trabajar en cualquier lugar, así que sucedió lo inevitable: me fui a vivir en Lima, Perú, donde mi marido trabajaba en esa época. Pronto recibí una propuesta de trabajo muy interesante, pero que no tenía nada que ver con ¨guerra, paz, seguridad internacional¨: ¡era una empresa que importaba vinos!


Puedo decir que en aquel momento, terminé creando una nueva área de análisis para la construcción de la paz en la vida real: tome una copa de ¨Brunello de Montalcino¨, haz el maridaje perfecto con un buen queso parmesano ¡y me dices si llegas o no al nirvana! Estoy bromeando, pero lo cierto es que, en ese momento, era el cambio que yo necesitaba. Mi vida se convirtió en un verdadero laboratorio de relaciones internacionales: estaba casada con un diplomático y, curiosamente, estaba viviendo el ¨lado B¨ de mi carrera. Sólo espero que no pienses que las esposas de los diplomáticos no hacen nada, ¡que pasan el día con una copa de espumante en la mano! El chiste es que en esa época, yo sí pasaba los días entre las copas de vino, pero era por mi trabajo, ¡no el de mi marido!


Los Roques, Venezuela

Empecé a entender el significado concreto, real y pleno de la paz que tanto investigué en la universidad alrededor del año 2010, cuando nos fuimos a vivir en Venezuela. ¡Pero esa comprensión llegó por haber vivido absolutamente todo lo opuesto a la paz! En los libros, se dice que la paz es la ausencia de guerras, conflictos, inseguridad e instabilidades en todo lo que se refiere al bien estar físico y psicológico. ¡Imagínate lo que fueron esos años de ¨laboratorio¨! ¡Ni Brunello di Montalcino con parmesano resolvían! Lo que hizo todo valer la pena en Venezuela fueron los amigos que hicimos por allá, venezolanos y de muchas otras nacionalidades, y los Roques, un archipiélago que es casi indescriptible de tan lindo que es.


Al dejar Caracas, fuimos a vivir en Asunción, capital de Paraguay. Vida tranquila, personas amables, muy poco tráfico, comida fresca y abundante: ¡estábamos libres de la escasez! ¿Te fijaste en las características que acabo de describir sobre Asunción? ¡Ya no teníamos que estocar papel higiénico! ¡Súper! ¿Alguna vez en tu vida ya habías valorado un rollo de papel higiénico? Créeme, ¡hoy valoro mucha cosa que siquiera imaginas!


Asunción, Paraguay

Para nosotros, que habíamos llegado de un sitio donde salías en la calle sin saber si lograrías regresar vivo a tu casa, Paraguay era la descripción del paraíso. ¡Conocer esa zona entre Paraná, en Brasil, y el norte de Argentina fue una maravilla! Fueron muchas lecciones de historia, geografía, lingüística – ¡y parrilladas con los amigos todos los fines de semana! Para nosotros, ¡paz, paz y paz! Sin embargo, muchos amigos del círculo diplomático llegaban de países con grandes niveles de desarrollo humano y calidad de vida y la adaptación a la vida relativamente sencilla en Asunción les costaba un poco. ¿Te das cuenta ahora por qué es tan difícil conseguir una definición exacta de la paz?


Iglesia Virgen de Fátima en Miraflores, Lima, Perú

Dos años y medio después, llegó el momento de dejar Asunción y volvernos a Lima, donde vivimos por tres años más. El Perú es un país muy especial para mí; es mi segunda casa. Fue allá donde mi hija nasció y donde empecé a entender la América Latina que los brasileños, en realidad, no pertenecemos. Poco a poco, fui dándome cuenta que no hay una herencia cultural común entre la parte del continente americano que habla portugués y la parte que habla Español. Para un brasileño común, por ejemplo, es un poco difícil decir si una canción es salsa, merengue, criolla, reggaetón, cumbia, etc. Son muchos ritmos musicales que no se escuchan a menudo en Brasil. La mayoría siquiera sabe que existen todos esos ritmos. Generalmente, cuando se escucha algo en español, se dice “latino”.



Bragança Paulista, São Paulo, Brasil

Voy a cambiar un poco de tema, pero es para poder llegar al objetivo inicial de este texto. De repente, me di cuenta que once años habían pasado desde aquella época en la que yo buscaba más acción y menos teoría. Fueron años intensos; conocí a muchas personas, lugares, comidas y tradiciones, hasta que empecé a sentir que quizás estuviera llegando donde yo quería en el equilibrio entre experiencia de vida y de biblioteca. Sentí que me gustaría compartir mucho de lo que había vivido durante esos años y que también había llegado el momento de retomar la cultura de paz.


Desde hace un poco más de un año, estamos viviendo en Milán, Italia. Estoy relativamente fuera de la polarización política brasileña, pero suficientemente cerca para lamentar profundamente la situación mental en la que se encuentran los brasileños actualmente. Lo que está sucediendo es una guerra psicológica ultra-armada, hacia la cual los brasileños han sido reclutados de manera voluntaria e inconsciente. Asimismo, van felices a las trincheras todos los días. Estoy hablando de redes sociales. En Facebook, por ejemplo, la pelea es tanta debido a la polarización política, ¡que la solución encontrada es bloquear y bloquear a la gente! Se ha llegado a un nivel de tolerancia cero, hasta entre familiares. El problema es que al estudiar la guerra ¨clásica¨, uno se da cuenta de la metáfora: ¿qué es lo que destruye familias, escuelas, empresas y termina apartando amistades de toda una vida? Un bombardeo. Es lo que está sucediendo en Brasil.


Los libros y las religiones coinciden que la paz comienza en la mente de casa uno. El día del brasileño hoy es más o menos lo siguiente: la persona se despierta, chequea si el teléfono está totalmente cargado de batería y ya va ingresando al Facebook, whatsapp, Instagram, etc. (Hasta este punto, ¡más o menos igual que el resto del mundo!). Sin embargo, se comienza a leer todo lo compartido por los que no piensan la política como uno ¡y se acaba la alegría! Se sale del Facebook y toca dar una miradita rápida por los titulares o de escuchar un poco de noticias: ¡Sólo tragedias! En resumen: después de una media hora de estar despierto, uno ya está con la rabia suficiente para bloquear unos tres ex - mejores amigos en Facebook, volvió a escuchar que el mundo ya no tiene solución y puede acabar a cualquier momento, sea por el calentamiento global, o debido a las partículas de plástico que salen de la ropa cuando se utiliza la lavadora, o por el meteoro ese que hace años está por chocarse con la Tierra pero que de esta vez, la NASA ha confirmado que mañana choca ¡¨si o si¨!


Luego de todo eso, ¿por qué no relajar un poco en el Facebook? Se vuelve a entrar y, ¿qué pasa? Un fulanito acaba de compartir la ¨fakenews¨ más absurda en contra de lo que uno considera lo correcto, ¿¨cómo puede ser que esté diciendo esa barbaridad¨?, entonces uno se mete a argumentar, y viene el otro con la respuesta, pero ¿cómo puede ser eso? y, cuando uno se da cuenta (en verdad, ya no se da cuenta), pasó el día peleándose en línea y no tuvo tiempo de hacer todo lo que tenía o le gustaría hacer ese día, está sufriendo de un mal-estar crónico, dolores de espalda, problemas de digestión, tuvo que tomar una pastillita para dormir, estimulante para despertarse y no ha producido o agregado nada útil para su vida. Es cierto que ello está pasando más o menos en todo el mundo, pero el grado de violencia en Brasil en las redes sociales debido a la polarización política lo empeora todo.


Mi propuesta: que se pongan a pensar qué es lo que se gana o qué es lo que se pierde con esa actitud. ¿Pelear por internet te trae algún beneficio? Ten cuidado con lo que ¨dejas entrar¨ en tu mente, o sea, con lo que ves, lees y escuchas, principalmente antes de dormir. Se te gusta leer, o si eres un aficionado del cine, elije algo que te deje feliz, que te haga reír – o que te haga pensar, ¡si lo prefieres! Lo importante es evitar esa exposición tan larga a la violencia. ¡Buenos pensamientos, siempre! Acuérdate de las clases de física y química del colegio: ¨semejante atrae semejante¨, o sea, si estás bien, terminas fijándote en lo bueno y ello es un círculo virtuoso. Eso es física, ¡es una Ley! Lo contrario es la retroalimentación de la violencia que está ocurriendo actualmente.


No obstante, insisto en nuestro ¨buen amigo¨ Sócrates, el griego: ¨conócete a ti mismo¨. Detesto clichés, pero ese sigue siendo muy necesario; ¿sabes por qué? Si nos detenemos a identificar lo que realmente nos gusta (y también lo que no nos gusta, lo importante es tener eso claro), si pensamos en lo que nos hace sentir bien, en nuestros planes a corto y largo plazos, nos focalizamos en lo que realmente importa. Tarde o temprano, nos daremos cuenta que hemos logrado realizar un sueño que parecía imposible, o que simplemente falta mucho todavía para alcanzar un objetivo, pero que en aquel exacto momento, estamos felices, dónde queremos estar y con quienes queremos estar, ¡aunque queramos estar solos! Si te gusta estar sólo, ¿cuál es el problema? A ese estado de consciencia tranquila que se obtiene luego de haber hecho o estar haciendo todo lo posible por tu desarrollo y bienestar y por el de aquellos por los cuales eres responsables es lo que, hoy, considero estar en paz. ¿Estás de acuerdo conmigo?


Luego de llegar a esa conclusión, me provocó volver a escribir. No creo que mi contribución para la cultura de paz sea un proyecto grande, formal; todo lo contrario: lo que quiero y puedo hacer en este momento es utilizar ese conocimiento que salí a buscar por el mundo para producir un contenido de calidad y una lectura agradable. El conocimiento no necesita – ni debe – ser aburrido. Me gustaría mucho generar en las personas, principalmente en los jóvenes, dos elementos fundamentales para avanzar hacia una cultura de paz: el interés por el conocimiento, o sea, querer aprender y querer estudiar. Sé que actualmente ello no es sencillo. En verdad, ¡es casi una utopía! Pero lo mío es sólo un comienzo, una idea. ¿Qué pasa si resulta?


Aquí se inicia mi nuevo proyecto: ¡Los pasos de Ro! Son crónicas; textos muy ligeros, casi una conversación, que tienen el objetivo de presentar ¨algo más¨: una u otra situación anecdótica que me haya pasado, pero que aportaron algo para mí, hechos interesantes sobre historia, lugares, arte, todo lo que viví y que me gustaría dejar registrado. Escribiré de manera informal sobre una manera de vivir que no es común a la mayoría, ¡pero es como vivo yo! – por ejemplo, ¡podría contarles sobre la vez en la que Plácido Domingo casi vino a cenar en casa! ¡Una pena que haya sido sólo ¨casi¨! Escribiré mucho sobre comida, tradiciones, viajes y reflexiones desde mi punto de vista. Quisiera que esta nueva etapa sea, para mí, la realización de un objetivo que por fin se puede concretar y para ustedes, ¡un momentito de paz!

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