Confesso que, no começo, fiquei meio perplexa com a tal da história da Befana: uma bruxa que, na noite do dia 05 para 06 de janeiro, circula pelos céus em sua vassoura, levando doces para as crianças boazinhas e carvão para as que que comportam mal! Nunca tinha escutado essa lenda e não conseguia entender a relação entre uma bruxa e os 3 Reis Magos... e como eu adoro uma boa lenda, não aguentei minha curiosidade e fui pesquisar!
Encontrei diversas versões muito interessantes, mas uma delas realmente chamou minha atenção: ela foi escrita por um padre italiano, Dom Giampaolo Perugini. Ele conta a lenda de uma moça chamada Befana, que morava em uma aldeia não muito distante de Belém. Embora fosse muito bonita, ela nunca conseguiu se casar porque era insuportável! Além de maldosa e egoísta, tinha um certo “TOC” (como se diz atualmente, transtorno obsessivo compulsivo) com o tema da limpeza da casa e, por isso, vivia agarrada à vassoura!
Além de limpar a casa o tempo todo, Befana também gostava de tricotar; fazia muitas e muitas meias – mas só para ela! Com o passar dos anos, foi ficando conhecida (e evitada) por todos no vilarejo, de modo que ninguém sequer cogitava bater na sua porta, nem para uma visitinha, porque já sabia que não seria bem-vindo. Assim, Befana foi criando um círculo vicioso com a comunidade: quanto mais se sentia odiada por todos, aumentava a mesquinhez e se fazia odiar ainda mais... a maldade começou a se transfigurar em feiúra e a moça bonita de antes passou a ser considerada uma bruxa.
Quando Befana já tinha uma certa idade, em um dia 05 de janeiro, chegou no vilarejo uma caravana, dessas que passavam pelo deserto naquela época. Era composta por muitas pessoas; foi o assunto do dia! Escutando comentários aqui e ali, Befana entendeu que a caravana era devida à viagem de três reis que vinham do Oriente.
Eis que, naquela tarde, alguém finalmente bateu na porta da casa da Befana! Muito surpresa, foi ver quem era e se deparou com um dos supostos reis, pedindo se poderia pernoitar em sua casa, como era costume naquela época. Ela não teve coragem de negar! Até ofereceu comida ao rei que, agradecido, convidou-a para seguir a caravana com eles, já que estavam indo visitar o recém-nascido que salvaria o mundo do egoísmo e da morte. Ofereceu, também, levar algum presente em seu nome.
Befana disse que não podia seguir viagem com eles, mas, na verdade, não queria. Avergonhada por ter rejeitado o convite do rei, ela deixou, entre seus pertences, enquanto ele dormia, um pé das meias que tricotava com um bilhetinho escrito: “para Jesus”... nem mesmo um par... somente um pé de meia! Na manhã seguinte, ela fingiu dormir até que a caravana partisse; não queria mais conversas.
Trinta anos se passaram desde que a caravana passou e Befana já tinha cem anos! Já não era malvada; a visita do rei teve um impacto em sua vida. Recebia visitas em sua casa e, a cada um que ia ajudar a velhinha comer ou fazer faxina, recebia de presente um par de meias.
Nesse ínterim, começou a correr boatos pela Judéia de um certo Jesus que fazia milagres e Befana associou os fatos, arrependendo-se amargamente de não ter ido visitar aquele recém-nascido quando teve a chance. Chegada a notícia da morte e ressurreição de Jesus, Befana passou a chorar de arrependimento por todas as maldades que fez em sua vida e a rezar todas as noites, pedindo perdão. Eis que, em um sonho, Jesus aparece e lhe diz: eu te perdoo, Befana; te darei muita saúde e, de agora em diante, levarás, em meu nome, o presente que não chegaste a dar a mim a todas as crianças. Para as que se comportaram bem e não foram egoístas, encherás o pé da meia com doces; as que não se comportaram bem receberão, também na meia, um pedaço de carvão, para que aprendam com o erro e ganhem os doces no ano seguinte!
Befana não quis deixar de obedecer a Jesus... até os dias de hoje, confecciona as meias e, sentada em sua vassoura, as leva, cheias de doces ou carvão, para as crianças (italianas) todo dia 06 de janeiro! Por esse motivo, aqui na Itália, no Dia de Reis, as famílias costumam deixar um pé de meia correspondente a cada criança da casa pendurado na janela, esperando os doces – ou o carvão! – que a Befana deixe de madrugada!
Linda versão, não acham? Gosto muito de refletir sobre as lendas porque, por mais que não sejam “verdade”, sempre nos ensinam algo. A lenda da Befana tem um significado muito especial, sobretudo neste momento tão difícil que estamos vivendo. Seguir a caravana requer muito esforço e sacrifícios, mas é o caminho certo! Feliz 2021!
Versión en Español
Los Reyes y la Bruja
Confieso que cuando me enteré de la leyenda de la bruja que, en la noche entre el 5 y 6 de enero, vuela por los cielos en su escoba, llevando dulces a los niños buenos y carbón para aquellos que se portan mal, ¡me quedé bastante asombrada! Nunca había escuchado sobre ello y no podía entender la relación entre una bruja y los Reyes Magos... pero como me encanta una buena leyenda, ¡no aguanté mi curiosidad y fui a investigar!
Encontré varias versiones muy interesantes; sin embargo, una de ellas realmente me llamó la atención: fue escrita por un sacerdote italiano, Don Giampaolo Perugini, quien cuenta la leyenda de una chica llamada Befana, que vivía en un pueblo no muy lejos de Belén. Aunque era muy hermosa, nunca logró casarse ¡porque era insoportable! Además de ser maldosa y egoísta, tenía un cierto "TOC" (como se dice hoy, trastorno obsesivo compulsivo) con el tema de la limpieza de la casa y, por lo tanto, ¡vivía agarrada a la escoba!
Además de limpiar la casa todo el tiempo, a Befana también le gustaba tejer; hacía muchísimas medias - ¡pero sólo para ella! Con los años, la gente empezó a evitarla; nadie le tocaba la puerta, ni siquiera para una pequeña visita, porque ya sabía que no sería bienvenido. Así, Befana estaba creando un círculo vicioso con la gente del pueblo: cuanto más se sentía odiada por todos, aumentaba su maldad y se hacía odiar aún más... el mal comenzó a transfigurarse en su apariencia y la hermosa chica de antes empezó a ser considerada una bruja.
Cuando Befana ya tenía cierta edad, un 5 de enero llegó una caravana al pueblo, de las que pasaban por el desierto en ese momento. Estaba compuesta por mucha gente; ¡fue el asunto del día! Escuchando comentarios aquí y allá, Befana comprendió que la caravana se debía al viaje de tres reyes que venían del Oriente.
La gran novedad fue la que, en aquella misma tarde, ¡alguien finalmente le tocó la puerta de la casa de Befana! Muy sorprendida, fue a ver quién era y se deparó con uno de los supuestos reyes, preguntando si podía pasar la noche en su casa, como era costumbre en ese momento. ¡No tuvo coraje de decirle que no! Hasta ofreció comida al rey que, en señal de agradecimiento, la invitó a seguir la caravana con ellos, ya que iban a visitar al recién nacido que salvaría al mundo del egoísmo y de la muerte. También ofreció llevarle un regalo en su nombre, caso fuera de su voluntad.
Befana dijo que no podía ir con ellos, pero en realidad no quería. Avergonzada de haber rechazado la invitación del rey, ella dejó, entre sus pertenencias, mientras él dormía, un pie de las medias que tejía con una nota escrita: "para Jesús"... no ha dejado siquiera un par de medias... ¡sólo un pie! A la mañana siguiente, fingió dormir hasta que la caravana se fuera; no quería más conversaciones con nadie.
Treinta años habían pasado desde que la caravana estuvo en el pueblo ¡y Befana ya tenía cien años! Sin embrago, ya no era malvada; la visita del rey tuvo un gran impacto en su vida. Pasó a recibir visitas en su casa y, a cada uno que ayudaba a la anciana a comer o a limpiar, recibía un par de medias tejidas por ella como regalo.
Mientras tanto, comenzó a correr rumores de un cierto Jesús que realizaba milagros y Befana asoció los hechos, lamentando amargamente no haber ido a visitar al recién nacido cuando tuvo la oportunidad y, sobre todo, por el regalo miserable que le había mandado. Cuando llegó la noticia de la muerte y resurrección de Jesús, Befana comenzó a llorar de arrepentimiento por todos los males que hizo en su vida y a orar todas las noches, pidiendo perdón.
Entonces, en un sueño, Jesús aparece y le dice: te perdono, Befana; te daré mucha salud y, a partir de ahora, llevarás a todos los niños, en mi nombre, el regalo que nunca llegaste a darme. Para aquellos niños que se portaron bien y no fueron egoístas, llenarás el pie de la media con dulces; aquellos que se portaron mal recibirán, también dentro de la media, un pedazo de carbón, para que aprendan del error ¡y reciban los dulces al año siguiente!
Befana no quería dejar de obedecer a Jesús... así que, hasta el día de hoy, teje las medias y, sentada en su escoba, se las lleva, llenas de dulces o carbón, para los niños (¡italianos!) cada 6 de enero! Por esa razón, aquí en Italia, en El Día de los Reyes Magos, las familias suelen dejar un pie de media correspondiente a cada niño de la casa colgada en la ventana, esperando los dulces – ¡o el carbón!
Linda versión, ¿no? ¡Me encantan las leyendas! Por más que no sean "verdad", siempre nos enseñan algo. La leyenda de la Befana tiene un significado muy especial, sobre todo en este momento tan difícil que estamos viviendo. Seguir la caravana requiere mucho esfuerzo y sacrificio, ¡pero es el camino correcto! ¡Feliz 2021!
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